jueves, 6 de noviembre de 2008

Seguir naciendo.

Si a veces el viento viene y te sorprende
con la mirada perdida a flor de ojo,
dispersa en un diluvio de estrellas vacilantes
sin un cielo concreto que las fije;
si te advierten que el tiempo está pasando vanamente
y que tarde o sin remedio
hay que apurar el cáliz, finalmente,

si sólo nos queda un ademán tornado en máscara;
si se rompe la cáscara y sólo hay polvo
endurecido por la escarcha;
si es rutinaria la marcha
que hay que seguir a trompicones;
si todos los rincones los pueblan telarañas,
no permitas que te asusten o te engañen.

Aunque te sientas pareja de hecho
estable con la muerte,
el río de lo que pesa y pasa,
con reflejos de sombra y luz intermitentes,
está fluyendo subterráneo.
Sigue el hontanar manando fuentes
y esa lava inclemente aún sigue hirviendo
y forma el poso esencial,
la furia urgente
a no querer marchar, a ser consciente
del ansia germinal que engendra,
cada día,
el premio o la condena de ser hombre.

2 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

El premio, amigo, siempre el premio. TIENE QUE SER el premio.

Guillermo Álvarez de Toledo Pineda dijo...

Todas me han gustado mucho