martes, 18 de noviembre de 2008

Hombre común.

A César Vallejo.


A mí me diránque tengo mil siglos clavados en el alma,
y sin embargo yo sé que soy un libro abierto.
Puede, incluso, que se acerquen
a diseccionarme inútilmente.
A veces me lo han dicho:
--¡Llegó la primavera!--Y sólo porque es Abril
y tiene el sol ya mucha fuerza.
Otras veces me asustan y me dicen:
-Al mundo lo está matando la angustia--
Mientras tanto, yo sólo sé que voy conmigo,
que a ratos soy cobarde, a ratos mortecino,
que sudo en verano y tengo sed;
que moriré en Abril, en Junio o en domingo.
Y todos los que van así, con mi mismo tiempo
y mi camino, saben donde va este triste
y cansado peregrino. ¿O es que acaso
no hay mil siglos clavados
en cada hijo de vecino? Yo sólo sé
que soy un hombre que siente hambre,
que no sabe a ciencia cierta su destino
y que le explota el tiempo contra el pecho.
Hasta hay quien se pone lírico y me dice:
---Esa armonía...ese silencio que rueda por las cosas...--

¿Y qué me importa a mí, si estoy llorando?

4 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Muy triste y muy hermoso

El Hombre Blanco dijo...

"¿O es que acaso
no hay mil siglos clavados
en cada hijo de vecino?" En mí no sé si hay mil siglos clavados, pero en ti, amigo Octavio, los hay, de poesía, de sensibilidad, de sabiduría...
Me has estremecido con el poema. Realmente sobrecogedor.
Un fuerte abrazo

Martha Jacqueline Iglesias Herrera dijo...

Bello amigo Octavio, en verdad qué profundidad encuentro siempre en tus letras.
Un beso grande.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.