domingo, 15 de enero de 2012

Despertar.

He madrugado recio
por venerar al día;

¡qué enorme la noche
cuando escasea el tiempo!

Me he aferrado a la tierra,
mas, el brazo extendido,
por si el tímido aire
se prestara al abrazo.

Y, así, unidos, fluir,
deslizarse,
en un delirio súbito,
por el tobogán del vértigo.

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