domingo, 20 de febrero de 2011

Como un jilguero...

Como un jilguero que surge en el camino
empujado por la mística y la música;
como un santón que guarda en su memoria
los ritos ancestrales de la tribu,
el poeta, desterrado al margen de la historia,
va amasando con palabras el pan de cada día.

Lo amasa con lágrimas
mixtas de angustias y de risas
que brotan del gozo y el dolor de sus arterias.

Lo cuece en el sol de sus íntimos ardores
y lo entrega, en un gesto de ofrenda,
en una última oblación que le sublima.
Busca una pobre sombra a que acogerse
al borde del orbe y la conciencia.

Y va esculpiendo el capitel del tiempo
hecho del cuerpo y alma de los hombres;
recogiendo las semillas desgranadas
por el hombre antecedente,
dispersas por el viento y el olvido.

Y una veces riendo y otras aterido
va buscando la palabra equilibrada
entre el silencio, el grito y el gemido.

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