lunes, 1 de septiembre de 2008

Ayer.

Ayer, sin más motivos
que una ocasión perdida nuevamente,
volvieron a mis ojos los reflejos
de escenas ya vividas.
Mis ojos, opacos espejos que miran y no sienten;
mi cuerpo, vaciado de ser
pero que sigue siendo,recogió los despojos
y caminó de nuevo
por un campo de abrojos, ya sabido.
No tiene contenido lo que hago,pero, autómata,
camino entre las zarzas, sin brújula y sin tino.
No penetran mi frente las imágenes,
rebotan absurdas por la senda que no lleva
a esa lucidez que tanto añora
este decrépito ser que sigue vivo.
Es un tesoro huero,es un arcano.
Sólo espero tu mano que me guíe,
con la blanda dulzura del buen samaritano.

***
Ayer, que estaba triste,
le preguntaba al viento:
¿De qué galaxia surgen las melodías de Händel?
¿Adónde van las notas que alumbrara Mozart?
¡Los calidos y planos colores de Matisse!
¿Porqué remonta el vuelo
a cielos infinitos el pincel de Chagall?
¡Mujeres melancólicas mirando a Modigliani
mientras apura absenta hacia un final fatal!
El mundo es un misterio de música y colores
que las palabras, sólo, no saben expresar.
Laberintos de sueños que, en escorzos difíciles,
esbozos y colores, me arañan en el alma.
Pero perdí el camino y lo que tanto amaba
es sólo niebla y humo.
¡Oh tú, señal que me acompañas,
devuélveme tu mano, regrésame a la calma!
Y el viento continuaba con sus repuestas vagas,
en las ásperas melodías,
que hacía al ulular. Ayer.
Ayer.

3 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

"Mujeres melancólicas mirando a Modigliani
mientras apura absenta hacia un final fatal" Joder, qué bonito me parece, que nuevo y, sobre todo, qué expresivo. Y con qué ritmo poético. Me gustan mucho tus poesías, Octavio, las estoy disfrutando como un descubrimiento, como una pizca de ese misterio de luces y colores.

El Hombre Blanco dijo...

Amigo Octavio, andaba yo perdido buscando una y otra vez en tu otro blog (Instalado en la duda) preguntándome dónde habrían ido a parar tus versos… ¡Menos mal que he vuelto a encontrarlos!
Abrazos

Mamen Alegre dijo...

Querido Octavio, me alegra encontrarte de nuevo en tus poemas. Te buscaba en el otro blog y notaba tu descanso, pero veo que has vuelto al Páramo. Me encanta leerte, siempre.

Un beso grande, maestro.